Inquietudes

N. del E.: Este es un libro de lectura para 6° grado preparado en el año 1957 por el profesor L.J.Zanotti, aprobado por el entonces Consejo Nacional de Educación y desaprobado por el Ministerio de Educación de la Pcia. de Bs. As. La polémica que esto generó y el profundo valor educativo de la misma puede advertirse en las partes que se han seleccionado para estas Obras.

 

INDICE


Lectura Páginas


Limen. 1

Inquietudes. 2

Que sepa leer y escribir, por Mario Bravo. 4

La niña y el ángel (v) Javier Villafañe. 7

En Italia, por Pieter Van Der Meer de Walcheren. 8

Las cataratas del Iguazú, por Pablo Groussac. 9

El viejo que nos enseñaba las estrellas (v), por Enrique

Díaz Canedo. 11

Primera aventura amorosa, por Gustavo Levene. 12

El arduo camino de la democracia, por Horacio Vaccari. 14

El desfile del ejército de Urquiza, por P. Obligado. 16

Las clases prácticas de don Pío, por L. V. López. 18

La quemazón, por L. Garra. 20

Tierras de Castilla, por M. Gálvez. 23

Distancia de las estrellas cercanas, por D. Papp. 25

Plaza de invierno, (v) por Alfonsina Storni. 27

Otoño, por B. Fernández Moreno. 28

Nada está lejos de ti, por A. Nervo. 29

La partida, por R. Güiraldes. 30

Pequeño poema, (v) por M. Serrano Vernengo. 32

José Enrique Rodó, por A. Marasso. 33

Ariel, por J. E. Rodó. 35

Pandemonium escolar, por A. Capdevilla. 37

Romance de medianoche, (v) M. Abella Caprile. 40

El castellano viejo, LECTURA LIBRE, por M. J. de Larra. 42

La Revolución de Mayo, por A. Lamas 48

La patria, (v) por O. Andrade 50

El 25 de Mayo de 1813, por A. Capdevilla. 52

El viaje a caballo desde Buenos Aires a Tucumán, por

R. Cano. 54

Poema, (v) por C. Carlino. 56

Un recuerdo escolar, por J. V. González. 58

Era el mejor de los perros, por J. Goyanarte. 60

Ronda de los niños de los mil colores (v), por V. Barbieri. 63

Hudson y el viento de la pampa, por F. S. de Mantovani. 65

El misto de las pampas, por G. E. Hudson. 68

Palermo, por J. L. Borges. 70

Brillazón en las tierras altas, por Fray Mocho. 72

Poema con mis trece años (v), por A. Etchegaray. 74

¿Quién fue Manuel Belgrano?, por L. J. Zanotti. 76

Manuel Belgrano educador, por V. Mercante. 78

Sobre la educación, por M. Belgrano. 80

La banda de música de Miramar, por A. Capdevilla. 83

Los dos tartarines, por A. Daudet. 87

La vidalita montañesa, por J. V. González. 90

La vidalita de perdón (v) Anónimo. 92

Carta de un joven poeta, por R. M. Rilke. 94

El sueño, (v), por S. Tallón. 95

 

El subprefecto en el campo, por A. Daudet.

LECTURA LIBRE. 96

Ideario de José Ingenieros. 101

Rosales del suburbio (v), por A. Storni. 103

Bernardino Rivadavia, por A. Casal Castel. 105

Cuento de Pupa y Mimé (v), por J. S. Tallón. 107

El ventisquero, por J. Goyanarte. 108

Ofrenda lírica (v), por J. Burghi. 111

Retrato de Estrada, por R. Rivarola. 113

Sobre la educación, por J. M. Estrada. 115

Tropa (v) por B. Fernández Moreno. 116

La comida del colegio, por M. Cané. 117

Como los bueyes (v) por P. B. Palacios (Almafuerte). 120

La vida de las abejas, por M. Maeterlick, I. 121

La vida de las abejas, por M. Maeterlick, II. 123

Laguna de Chascomús, (v) por C. F. Moreno. 126

A los niños que lean “La edad de oro”, por J. Martí. 127

San Martín, por B. Mitre. 131

A San Martín (v), por E. E. Rivarola. 134

El renunciamiento de San Martín, por P. Inchauspe. 135

Carta a Bolívar, por J. de San Martín. 137

Los que no danzan (v), por Gabriela Mistral. 140

La familia Cirimiri, por E. de Amicis. 141

Orígenes del Colegio Nacional, por A. Acuña. 143

Romance de la niña negra (v), por L. Cané. 145

Bartolomé Mitre, por O. R. Amadeo. 147

A la fuerza, por B. Lych, LECTURA LIBRE. 150

Elogio de los viejos caballos del tiovivo, por P. Baroja. 159

Campo (v), por Gaspar L. Benavento. 162

Después..., por J. Z. de San Martín. 163

Una sola vez, por E. F. Amiel. 165

El arenque salado (v), por Ch. Cros. 166

Todos, por Azorín. 168

Sobre la educación, por D. F. Sarmiento. 171

La escuela popular, por J. M. Chavarría. 173

Vida de Dominguito, por D. F. Sarmiento. 175

La oración de la maestra, por G. Mistral. 178

La primavera (v) por A. Marasso. 180

La caza del chulengo, por J. M. Sarobe. 181

La cocina de los peones (v), por B. Fernández Moreno. 183

El escudero Medrano, por E. Larreta. 186

La mudanza, por A. Frande. 188

El sauce (v). por F. Silva Valdez. 190

Benvenuto Cellini, por P. de Saint Victor. 191

Golosinas, por E. González Lanuza. 194

En abril, las aguas mil (v), por A. Machado. 196

La fundación del Imperio Brasileño, por Ch. de Camargo. 198

El rescate (v), por L. Lugones, LECTURA LIBRE. 200

Las ruinas de Cusipata, por A. Arguedas. 207

Leyenda de la flor del ceibo (v), por F. Silva Valdéz. 210

Venecia, por P. Van Der Meer de Walcheren. 211

Viajando por Holanda, por W. Fernández Flores. 212

Romance de los nombres (v), por J. M. Souvirón. 214

En Provenza, por A. Daudet. 216

La derrota, por J. M. de Pereda. 219

Autobiografía (frag.) por B. Franklin. 221

La falsa piedad. Habla la esposa, por J. Maragall. 223

El nido de golondrinas, por A. Palacio Valdés. 225

Martín Fierro (v), por J. Hernández. 228

La diversión, por A. Carrel. 230

La vida no es un combate, por A. Capdevilla. 232

Carta de bibliómanos, por R. A. Arrieta, I. 234

Carta de bibliómanos, por R. A. Arrieta, II. 236

Epílogo. 238

El amor, por J. L. Zanotti. 239

Estar enamorado (v) por F. L. Bernárdez. 240

 


“El amor”

El amor es fuente eterna de vida, de progreso, de felicidad.

Por amor entre un hombre y una mujer se levantan los hogares y nacen las familias.

Por amor del hombre a su prójimo se magnifica el arte, la ciencia y la política.

La amistad es amor. Es una forma distinta del amor, pero amor al fin.

Por amor del hombre al saber nacieron las más altas filosofías.

Amor es una hermosa palabra; una de las más hermosas que sea dable encontrar.

Todo lo que el hombre hace de bello y de digno lo hace por amor a su prójimo: un libro, un cuadro, un invento. Y cuando ello

o es así, en verdad podéis creer que ese libro, ese cuadro, ese invento, ha de valer muy poco.

Amemos todo lo que nos rodea: la flor, el agua, el terrón de tierra, el insecto, la casa que nos cobija y la patria que nos rodea.

Pero sobre todo, amemos al hombre, amemos al prójimo. Que el amor al hombre inunda nuestra vida toda, y signe el camino de nuestro futuro.


Dictamen de la Comisión Didáctica
del Consejo Nacional de Educación

Expediente: 4479/2/57


Informe: Se trata de una magnífica selección de autores nacionales y extranjeros, que posee en alto grado las características exigidas por la reglamentación respectiva.

El sentimiento patriótico, el aspecto moral y la formación cívica han sido objeto de especial preocupación, así como también la educación de los sentimientos. Se destacan en ese sentido las dos últimas lecturas, “El amor” y “Estar enamorados”, que rompen noblemente el hábito de excluir tales temas de los libros para la escuela primaria.

Por su sentido polémico, quizá algo áspero, esta Comisión aconseja la supresión de la lectura “El arduo camino de la democracia” de la pág. 14. El mismo temperamento recomienda con respecto a la lectura “La quemazón” (pág. 20), de Lobodón Garra, por la discutida actuación cívica del autor. Efectuadas las supresiones indicadas, se aconseja la aprobación del texto.

Dictamen del Ministerio de Educación
de la provincia de Buenos Aires.


Si bien “Inquietudes” es un libro de lectura que reúne muchas características positivas y plausibles para la finalidad a que está destinado, ellas no llegan a compensar sus inconvenientes de distinto orden que lo tornan inadecuado en general, y que obligan a esta Comisión a rechazarlo como texto para sexto grado.

Son los propósitos del autor sinceros y prometen “interés y calidad literaria en cada trozo”; sin duda que este último propósito se ha logrado plenamente, no así el interés, pues en muchos casos sus páginas no logran captar la atención aún del adulto que, por su experiencia vital está en condiciones de buscar en las reconditeces de los párrafos oscuros un desentrañar sentidos ocultos que, con certeza, pasarán sin huella ante los ojos del niño a quien están destinados. Clasificamos en este sentido “La banda de música de Miramar” pág. 70: baladíes e intrascendentes, que ni siquiera, ponen un acento en el estilo brillante o humorístico que podría hacerlas de alguna manera, atractivas. “La familia Cirimiri” pág. 144, si bien se presenta ágil y jocosa, la anécdota encierra en sí misma un tono de burla, un hablar mal del prójimo a sus espaldas que no se considera edificante. En este grupo incluimos también, “A los niños que lean “La Edad de Oro” pág. 127, que sólo nos brinda un prospecto, un apuntar promesas y anticipar ventajas que derivarían de la lectura de un periódico pronto a aparecer ; ...juego de situaciones vigentes, para determinadas circunstancias de tiempo y lugar, ajenas a nuestra actualidad y cuyo enunciado brinda un personaje exótico, totalmente desvinculado con nuestros niños y, por añadidura, tratado en doble paralelo con los héroes cervantinos, Don Quijote y Sancho, estereotipados como términos de una fórmula, pero igualmente inexpresivos para la mayoría inmensa de los alumnos de nuestras escuelas. “En Provenza” pág. 216, otro fragmento de Alfonso Daudet, complementa dignamente el desacierto anterior. “Ariel” pág. 35, ha sido fragmentado en forma defectuosa, por lo tanto resulta una mera sucesión de párrafos inconexos, sin sentido de hilación ni secuencia de conceptos. “El escudero Medrano” pág. 186, incluye expresiones de explicación difícil ya que hacen alusión a temas de Higiene, por demás escabrosos para ser ventilados en una clase común de la escuela primaria. Cerrando esta serie de páginas en prosa mencionaremos a “Benvenuto Cellini” pág. 191, artista consumado, cincelador genial, empero, desprovisto de valores morales, negación del arquetipo que debe brindarse siempre y en cada instante al niño en plena formación ética.

En grupo aparte se observa un buen número de poesías que esta Comisión califica de francamente pueriles y sin significado apreciable para el alumno. No ignoramos que para una mente que ha ido madurando en constante contacto con etapas evolutivas de la poesía, es normal y lógico que saboree con deleite un verso libre, difícil, preñado de sutiles mensajes en sus voces simples o en densas frases ampulosas. No así el niño, psique en formación que busca en la poesía, musicalidad, sentimientos profundos y pensamientos claros; por estas causas objetamos los versos que se intitulan: “Ronda de los niños de los mil colores” pág. 63; “El sueño” pág. 95; “Cuentos de Pupa y Mimé” pág. 107; “Tropa” pág. 116; “El arenque salado” pág. 166; “Romances de los nombres” pág. 214. Por su parte “Romance de media noche” pág. 40, incluye un error científico ya que la autora puede ver simultáneamente en el cielo de Buenos Aires a la Estrella Polar y la Cruz del Sur.

En busca de lecturas constructivas y edificables, como lo declara el antologista en el prólogo “para que ellos sean sugestiones acerca de mayores formas de vida, enalteciendo lo bueno y siempre por intermedio de lo bello”, se presentan algunas discutibles por la forma en que se tratan temas acertados, tales: “Falsa piedad” pág. 223 y “La diversión” pág. 230, más apropiadas para polémica de editorialistas; y “Cartas de bibliómanos”, que pone en la pluma de su personaje central frases irónicas y de menosprecio a su esposa. Y otras no menos objetables por la índole del tema mismo. Tales son: “Pandemonium escolar” pág. 37 y “Un recuerdo escolar”, pág. 58, que detallan actitudes de conducta punibles dentro del ámbito escolar. Y, por fin, pone de manifiesto condescendencia y justificativo para fallas de la personalidad, no por comunes menos exigidas de corrección.

Acaso por la edad de los lectores a que está destinado “Inquietudes” y, sin duda, respondiendo a una inquietud pedagógica personal, el autor cree del caso introducir el tema del amor, no sólo del amor en su sentido lato sino, en particular de un incipiente amor sexual que consideramos inoportuno e inconveniente en un tratamiento así, como de interés común y simultáneo para todos los niños integrantes de un grado escolar, pues a nuestro juicio ese tema, en la escuela como en el hogar, debe ser un afluir sin alteraciones y sin énfasis, en la medida y la oportunidad que el sujeto, en este caso el niño, pre-adolescente lo solicite. Rechazamos en este orden “Primera aventura amorosa” pág. 56; “Poema” pág. 12; “Primavera” pág. 180; “Leyenda de la Flor de Ceibo” pág. 210; “La derrota” pág. 219; y “Estar enamorado” pág. 240.

Dice el autor que “Inquietudes” pretende ser un mensaje para el espíritu, que sin huir de las lecturas descriptivas y objetivas, ha tenido como mayor preocupación establecer un puente espiritual entre los autores y el lector. No obstante aprobar tal objetivo lo juzgamos parcial y unilateral ya que con ese sólo y excluyente punto de mira no llegaría el texto sino en forma casual, como ocurre con “Inquietudes” a concretar las exigencias del reglamento. Así se da el caso de que no se tratan temas ineludibles que constituyen hitos imborrables en la tradición y el acervo histórico nacional; por tanto resulta inadmisible la omisión del Himno Nacional Argentino y demás símbolos y lecturas que desarrollan el 9 de Julio, Caseros, la Constitución de 1853 y próceres de la talla de Moreno, Sarmiento, Echeverría, Sáenz Peña y material geográfico, pues sobre once temas de esta asignatura, seis son europeos, dos americanos y sólo tres argentinos.

Por último nos permitimos aconsejar al autor que en las ocasiones que por imposición del tema se presentan palabras o párrafos en lenguas extranjeras como en: “Hudson y el viento de la pampa” pág. 65 y “Cartas de bibliómanos” pág. 263; se hace imperativo completar las lecturas con notas aclaratorias de su traducción y aproximadamente fonética.

En síntesis, “Inquietudes” del Sr. Luis Jorge Zanotti, presenta el 31,5 % de su contenido rechazado u objetado, cifra que consideramos harto significativa y que, en consecuencia esta Comisión está impedida de expedirse favorablemente, aconsejando su “desaprobación” como texto de lectura para sexto grado.


Este párrafo se refiere, sin duda, a la lectura “Los dos tartarines” (pág. 87), de Alfonso Daudet.


2ª. Comisión

Texto: Inquietudes.

Autor: Luis Jorge Zanotti

Grado: Sexto.


Esta Comisión aconseja desaprobar el libro de lectura “Inquietudes” de Luis Jorge Zanotti, por las razones expuestas en el dictamen de fojas, 3, 4 y 5.

La Plata, 28 de junio de 1957.

Resolución 03108 – 2 de julio de 1957.


Nota muy importante:

Preocupado y atento siempre –desde mi puesto de profesor de Pedagogía y desde el mirador que me brinda el oficio periodístico– por todos los problemas educacionales, he llegado a creer que la obra que realiza actualmente el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de la Sra. Elena Z. de Decourgez, es encomiable y significa –dentro de todas las limitaciones imaginables– un cierto avance en la enseñanza primaria de ese Estado argentino. Carezco de datos precisos para fundamentar este aserto, pero se me ocurre que no es del todo equivocado.

En consecuencia, quiero dejar claramente establecido que este folleto no tiene por intención atacar a ninguna persona ni a ninguna obra. Por el contrario. Si llega a probarse mañana que, en efecto, la obra de ese Ministerio ha sido de avance –y deseo que así sea– y, a la vez, que mi protesta es justificada, esta publicación quedará como útil testimonio de cuantas dificultades han de afrontar quienes se proponen renovar la acción pedagógica en nuestro país.

Apelación del dictamen de la
provincia de Buenos Aires

Buenos Aires, 19 de julio de 1957.

A la Sra. Ministra de Educación de la provincia de Buenos Aires, Sra. Elena Z. de Decourges.

Ref: Apelar de la resolución 03108 del 2 de julio de 1957, recaída sobre el texto de lectura “Inquietudes”, para Sexto grado, presentado ante ese ministerio el 26 de marzo de 1957 según expediente No. 2.600/36.791/57.

De mi mayor consideración:

Tengo el alto honor de dirigirme a la señora ministra con el objeto de que se revea la resolución 03108 del 2 de julio de 1957 según la cual vuestro ministerio ha resuelto desaprobar el libro de lectura “Inquietudes”, del cual yo soy autor.

Fundamento mi pedido en las siguientes consideraciones.

Inicié mis estudios de maestro en 1942 llevado por una honda vocación que desde el primer instante me exigió sacrificios. Los concluí en 1946 y al año siguiente comencé mi tarea al frente de grado, la que continué hasta este año. En 1947 di principio a mis estudios en la Sección Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras, los que concluí con brillantes calificaciones en marzo de 1951. Tuve numerosos alumnos particulares, y en especial niños con dificultades de conducta o de aprendizaje. En abril de 1953 me hice cargo de una cátedra de Pedagogía en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario, donde dicté más tarde Didáctica y Política Educacional, tal como hago ahora. Fui profesor interino de Didáctica entre octubre de 1955 y agosto de 1956 –en que renuncié– en la Escuela Normal N° 1 de esta ciudad.

A lo largo de este trayecto hallé siempre dificultades constantes para todo lo que fuera renovación pedagógica, o, simplemente, deseos de hacer las cosas –en el orden educacional– un poco mejor. He sido un tanto cobarde: lo reconozco. En muchas ocasiones debí luchar o entablar polémica pública y no lo hice. Muchos factores determinaron esa actitud y no es del caso analizarlos aquí. Lo cierto es que he llagado a convencerme que en el aspecto pedagógico, y en especial, dentro de él, en el metodológico, en nuestro país se alza actualmente una muralla insalvable formada por prejuicios, ignorancia, conservatismo, indiferencia y miedo a la juventud por no perder posiciones.

Como simple ejemplo narraré un caso: cuando en la Escuela Normal N° 1, en la cual me desempeñaba como profesor de Didáctica de 4° año, me presenté un día a un grado del curso de aplicación, en compañía de mis alumnas, para realizar una clase de Observación, y hallé que la maestra hacía colocar a sus pequeñas discípulas en una absurda –y antinatural, desde el punto de vista somático– posición de clase con los brazos cruzados por detrás de la espalda, (lo cual está condenado pedagógicamente desde hace 30 o más años), comprendí que debía hacer retirar a mis alumnas de 4° año y plantear la cuestión ante la Dirección del establecimiento, pasara lo que pasara. Cansancio, hastío, escepticismo, cobardía, pena... no sé: el hecho es que no lo hice. Ya tenía mi renuncia decidida. Y en cambio de luchar abandoné la cátedra para no convertirme yo en uno más de los engranajes de este deplorable aparato que es nuestra Pedagogía actual. Ni siquiera menté el hecho en mi renuncia, en la cual, sin embargo, decía muchas cosas que no merecieron respuesta.

Pero hoy, señora ministra, comprendo que es imposible quedarme otra vez callado: tal es la suma de contrasentidos pedagógicos y de espíritu de retroceso que forman el dictamen sobre mi libro de lectura para sexto grado “Inquietudes”.
Admitir, señora ministra, ese informe, equivaldría, en otro orden de cosas, a admitir que un jefe de sala de un hospital impusiera a los médicos el uso de malos medicamentos y prohibiera el uso de eficaces; que les vedara utilizar nuevas concepciones del arte de curar; o, simplemente, que les exigiera no estudiar y no renovarse.

Pueden admitirse, señora ministra, en el plano de las opiniones y de los criterios personales, muchas cosas. Puede admitirse que la lectura “Primavera” de Arturo Marasso, pág. 180, guste más o menos; pero no es admisible que se la rechace por considerarla inadecuada para la formación moral de los niños, o por el hecho de que pueda significar para ellos “hablarles de un incipiente amor sexual” o cosa parecida. Si admitimos esto tendremos que admitir también, porque a los autores del informe les parezca, que lo blanco es negro y lo negro es blanco.

Y por último, antes de entrar al análisis detenido del informe, añado que no es posible admitir que se rechace como inconveniente para los niños por presentar malos ejemplos de conducta escolar, la lectura “Pandemonium escolar” de Arturo Capdevila, que en los programas oficiales de C. N. de Educación sancionados en 1939 y que rigieron hasta 1949, figuraba como obligatoria para 5° grado, según el juicio de –entre otros– los señores Carlos J. Florit, A. Sánchez Barros, Jorge Guasch Leguizamón y Florián Oliver (ver pág. 13 de la edición oficial de los programas de Instrucción Primaria para Quinto Grado, hecha por los Talleres Gráficos de C. N. de E. en 1939).

Entro ahora en el comentario del informe, y diré en primer término que sus autores han olvidado mi indicación del prólogo, donde digo que no pretendo hacer sino un “libro de lectura”, es decir que será apto para ser utilizado en la escuela bajo la dirección del maestro. Ello implica por qué no coloco explicaciones donde hay expresiones extranjeras; y por qué he puesto algunas lecturas que requieren cierta explicación por parte del maestro. Aparte de esto, diré que el tono de consejo paternal con que se me dice que “se hace imperativo completar las lecturas con notas aclaratorias de su traducción” (para los casos de locuciones extranjeras), revela desconocimiento de esa aclaración que hago en el prólogo, y cierta petulancia por parte de los autores del informe. Añado aún que, en mi criterio, las notas aclaratorias no son útiles en libros para niños, pues su lectura interrumpe la continuidad del texto y destruye el interés del niño. Como profesor de Didáctica agrego que jamás aconsejo a mis alumnos primarios ni secundarios que interrumpan las lecturas para mirar cada palabra que no entiendan en el diccionario: es necesario que de una buena vez nos atrevamos a decir “no” a conceptos y preceptos metodológicos que se aceptan por simple rutina pero que carecen de todo fundamento.

Y por último –en cuanto hace a este punto– diré que esa falta que indican los autores del informe podría solucionarse muy fácil condicionando la aceptación del libro a la introducción de las notas correspondientes.

Emitir el siguiente juicio: “baladíes e intrascendentes, que ni siquiera ponen un acento en el estilo brillante o humorístico que podría hacerlas de alguna manera atractivas” sobre lecturas como “El elogio de los viejos caballos del tíovivo”, de Pío Baroja (¡Pío Baroja, señora ministra!), o “Palermo” de Jorge Luis Borges, revela, bien claramente, el gusto personal de los autores del informe, pero ese gusto personal, personalísimo, no puede fundamentar un rechazo.

Lamento no entender en absoluto donde está el “hablar mal del prójimo a sus espaldas que no se considera edificante” según dicen los autores del informe con respecto a “La familia Cirimiri”, de Edmundo de Amicis, pág. 144. Esa lectura no pasa de ser una página de humor –lamento también la falta de sentido del humor de los autores del informe– con la cual, aparte de hacer pasar un buen rato a los alumnos, si se quiere obtener un ejemplo edificante, se los puede mostrar lo feo que es hablar sin parar y en forma excesivamente apresurada, sin respetar a los demás en el uso de la palabra. Además, esta misma falta de sentido del humor se advierte en los que se dice sobre la hermosa lectura “Cartas de bibliómanos”, de Rafael Alberto Arrieta, pág. 263. Nadie puede creer que con ella se mostrará “menosprecio o desdén hacia la esposa”. Por lo visto, los autores del informe creen que es necesario proscribir de la escuela primaria todo humorismo, toda sonrisa, todo momento grato, y convertirlo en el lugar de la seriedad y la disciplina absoluta.

De esa disciplina falsa y mentirosa que es la rigidez por fuera y el odio por dentro; esa seriedad mentirosa que hace que el niño sea un “modelo” por fuera y un resentido lleno de inquietudes y problemas por dentro. Tal es el concepto pedagógico de los autores del informe, según se desprende del criterio con el cual rechazan “Pandemonium escolar” (ya citada en esa apelación), o “Un recuerdo escolar” de Joaquín V. González (pág. 58).

Seguramente, los autores del informe se han horrorizado de ver pintada en esa página del insigne riojano la realidad cruel de una falsa disciplina como la que ellos pretenden, y se olvidan que nada hay mejor para la formación de la personalidad del niño que permitirle sacar fuera sus ansias y sus fervores, de cualquier tipo que sean. Es probable que los autores del informe no hayan leído –o no acepten, si es que las han leído– las modernas teorías psicoanalíticas de la pedagogía actual. Pero en 1957 no es comprensible que un autor de libros de textos para la escuela primaria deba subordinarse al juicio de quienes niegan lo más avanzado y lo universalmente aceptado en Psicología Pedagógica. Podría agregarle, señora ministra, que en mis experiencias de maestro, he comprobado que, al otorgar libertad absoluta a mis alumnos para que escribieran sus composiciones, sin imponerles que lo hicieran con falsedad, copiando los preconceptos tradicionales de los “niños-modelos” (qué buena es mi mamá, cómo quiero a mi maestra, yo estudio para ser un ciudadano útil a mi patria, etc., etc.), uno de los temas preferidos en las primeras ocasiones, era siempre el de su comportamiento cuando “el maestro no está”. En un impulso de descarga, casi siempre ocurría que el 50% del grado contaba sus travesuras, del tipo de “Un recuerdo escolar”.
¿Y he de resignarme a que ahora me diga que esa lectura es inconveniente en el aula?

Será inconveniente para maestros alejados de sus alumnos, que temen la autenticidad de sus espíritus y que prefieren la falsedad del comportamiento tradicional.

Yo, señora ministra –y lo declaro con toda jactancia– he leído en más de una oportunidad esa lectura a mis alumnos de 5° y 6° grado. Nos hemos reído todos de buena gana: ellos y yo. He debido interrumpir en ciertos párrafos la lectura porque la risa me impedía continuar. Hemos sido felices, señora ministra, mis alumnos y yo. Nos hemos comprendido. Ellos comprendieron que yo los comprendía. Y entre ellos y yo se estableció un puente afectivo que seguramente nunca han podido establecer con sus alumnos los autores del informe. Estos, desde su resentimiento hacia aquellos niños que, rebelándose contra la tiranía magisterial, tiran tizas en ausencia del maestro, no pueden comprender la inclusión de esta lectura.

Pero yo no puedo resignarme a que ellos, los autores del informe, prohíban a todos los maestros bonaerenses, leer esa lectura a sus alumnos.

A los autores del informe no les gusta la página de José Martí: “A los niños que lean” y la “Edad de Oro” (pág. 127). Es una opinión, pero su “no gustar” en modo alguno significa que se pueda desaprobar esa bella página del gran americano.

Se dice que la lectura “Los dos Tartarines” de A. Daudet presenta un paralelo con “los héroes cervantinos “Don Quijote y Sancho”, estereotipados como términos de una fórmula, pero totalmente inexpresivos para la mayoría inmensa de los alumnos de nuestra escuela”. Justamente, incluí esa lectura para que el maestro de sexto grado tuviera una magnífica oportunidad de presentar los héroes cervantinos a sus alumnos. ¿Está mal presentar los héroes de la obra de Cervantes, autor cuyo aniversario se recuerda en la escuela primaria como el “Día del Idioma”?

No entiendo, tampoco, por qué “En Provenza”, pág. 216, “complementa dignamente el desacierto anterior”, puesto que esta lectura no tiene nada que ver, en cuanto a su tema, con “Los dos Tartarines”. Pareciera que en los autores del informe hay una animadversión contra A. Daudet cuyo origen se me escapa.

Si la Sra. ministra lee “Ariel”, pág. 35, comprenderá de inmediato que la opinión de los autores del informe, en el sentido de que resulta “sin sentido de hilación ni secuencia de conceptos”, es otra opinión personalísima, pero a mi juicio, cualquier persona puede advertir de inmediato la noble intención y la exquisita belleza que se desprende de esa página. Polemizar, en este aspecto, es inútil: basta leer la página. Casi agregaría que es penoso, penosísimo, tener que defender un párrafo –cualquiera que sea– de “Ariel” de José Enrique Rodó.

Con respecto a “Benvenuto Cellini” (pág. 191) podría opinarse que esa lectura debe ser suprimida, y con tal exclusión admitirse el libro. Pero, pregunto: ¿es que en la escuela debemos presentar exclusivamente los modelos ideales, absolutamente puros, sin mancha, que al fin resultan inhumanos? Además, a nadie se le puede ocurrir pensar que el maestro mostrará a Benvenuto Cellini como “arquetipo moral”. ¿Prohibiremos las poesías de Rubén Darío en la escuela primaria porque su autor era aficionado con exceso al alcohol?

Calificar de “francamente pueriles y sin significado apreciable para el alumno” (olvidando otra vez que el maestro tiene una labor que cumplir) a poesías como “Ronda de los niños de los mil colores”, de V. Barbieri, pág. 107, es, a mi juicio, no tener sentido de la belleza ni del ritmo, y es, a lo sumo, otra opinión personalísima a la cual no es posible sujetar un criterio. Decir lo mismo de “El sueño” de J. S. Tallon, pág. 95, es mostrar una falta total de comprensión. Escuche, señora ministra: “Con ocho horas de sueño, / si vives sesenta años / te pasas veinte durmiendo, / ¡Veinte años! / Será bueno / que en las horas que no duermas / te cuides de estar despierto. “Creo que explicar el profundísimo sentido de esta lectura es hacer una ofensa a vuestra capacidad, señora ministra. ¿O es necesario explicar que con ella se puede invitar a los alumnos a vivir plenamente y con toda intensidad cada momento de nuestra vida; y que es necesario no perder el tiempo de nuestros días, sino que por el contrario debemos cuidarnos “en las horas que no dormimos” de estar despiertos: vale decir, de trabajar, de perfeccionarnos, de aprender, de admirar la Naturaleza, de crear, de ser...?

¿Es posible, señora ministra, que los autores del informe no lo hayan comprendido?

Ya es más comprensible, después de lo anterior, que consideren “francamente pueril y sin significado apreciable” a la poesía “Cuento de Pupa y Mimé”, de J. S. Tallón, pág. 107. Lástima que esta poesía sea de una belleza formal y de contenido muy difícilmente superable. ¡Lástima que los autores del informe hayan rechazado las dos poesías de José Sebastián Tallón, el más maravilloso poeta de la infancia de lengua castellana y quizá uno de los más altos del mundo! ¡Lástima que los autores en nuestra patria, señora ministra, cuando surge un poeta excelso que admite el parangón con los mejores del mundo, se lo prohíba en los libros de lectura! Más que lástima: pena, señora ministra, es lo que siento. ¿Qué otra cosa, sino pena, debo sentir cuando tengo que defender el estilo de Pío Baroja, el ideal de José Enrique Rodó, la belleza de la hondura de José Sebastián Tallón?
Decididamente, el rechazo de “Tropa” de Baldomero Fernández Moreno, pág. 116, es tan insólito que no puedo siquiera empezar a discutirlo. Se puede discutir algo cuando hay por donde empezar la discusión. Pero aquí no: ya el absurdo llega al colmo. ¿Qué le han encontrado de malo o de reprobable –es cuestión aparte que guste más o menos– a “Tropa”?

En cuanto a “El arenque salado”, pág. 166, no puedo suponer sino que su autor, Charles Cross, obtuvo éxito, y logró “enfurecer”, como “gente – muy seria, muy seria, muy seria” a los autores del informe.

“Romance de los nombres”, de José María Souvirón, pág. 214, aparte de su belleza estilística, de su armonía métrica, de su riqueza como fuente de vocabulario, de su utilidad para pasar un buen rato en el aula, tiene un hondo significado que a los autores del informe se les pasó, lamentablemente, por algo: todos los nombres allí incluidos son nombres geográficos americanos, que rebosan belleza. El hondo ideal de unidad americano que yo aliento me hizo parecer bella la poesía y creer que podría servir para que los maestros la utilizaran en tal sentido.

Quéjanse los autores del informe por la falta de lecturas sobre “el 9 de julio, Caseros, La Constitución de 1853, y próceres de la talla de Moreno, Sarmiento, Echeverría, Sáenz Peña...” En mi libro hay: una lectura sobre Urquiza; dos sobre la Revolución de Mayo; un verso a La Patria; dos sobre Belgrano y una del mismo Belgrano; una sobre Rivadavia; una sobre Estrada y una del mismo Estrada; tres sobre San Martín y una del mismo San Martín; una sobre Mitre; y dos de Sarmiento. Total: 17 lecturas sobre próceres. Faltan, claro está, algunos próceres. Pero el concepto moderno sobre los libros de lectura es que ellos no deben ser tomos de historia o de geografía. Moreno, además, está citado en la lectura de pág. 14, y el maestro puede obtener de allí una magnífica lección patriótica. Por otra parte, las lecturas: “El arduo camino de la democracia”, de H. Vaccari, pág. 14; “Un viaje a caballo desde Buenos Aires a Tucumán”, por Rafael Cano (pág. 54); “Poema”, por Carlos Carlino, (pág. 56); “El misto de las pampas”, por Guillermo Enrique Hudson (pág. 68); “La vidalita montañesa”, por Joaquín V. González (pág. 90); “La vidalita del perdón”, (pág. 92); “Orígenes del Colegio Nacional”, por Angel Acuña (pág. 92); “Campo”, por Gaspar Benavento (pág. 162); “La escuela popular”, por Juan Manuel Chavarría (pág. 173); “La caza del chulengo”, por José María Sarobe (pág. 181); “La fundación del imperio brasileño”, por Christovam de Camargo (pág. 198) (recuerdo que en el siglo pasado el ideal de libertad era común para todos los americanos); “El rescate”, por Leopoldo Lugones (pág. 200); “Leyenda de la flor de ceibo”, por Fernán Silva Valdés (pág. 210); y “Martín Fierro”, por José Hernández, (pág. 228); o sea, en total, 14 lecturas más, resultan de indudable y de alta formación patriótica, pues unen a su belleza literaria y a su interés argumental, elementos utilísimos para la tarea de formar el alma nacional de los alumnos.

Vale decir que hay 17 lecturas decididamente patrióticas y 14 indirectamente patrióticas (y quizás son más útiles estas que aquellas en cuanto a su resultado último), lo cual da un total de 31 lecturas aptas para la formación cívica nacional.

En cuanto a la objeción de que hay más temas de geografía europea que argentina y americana, debo indicar a los autores del informe que eleven su queja a los redactores de los programas para sexto grado, que incluyen exclusivamente geografía europea.

Y ahora, señora ministra, ya con cierto cansancio espiritual, debo llegar a rebatir lo más lamentable del informe. Decir que “el autor cree del caso introducir el tema del amor, no sólo del amor en su sentido lato, sino en particular de un incipiente amor sexual...” es una falsedad que casi, casi, linda con la calumnia. Mi lectura “El amor” puede juzgarse de poca o mucha calidad literaria; puede, incluso, opinarse que estaría mejor reemplazarla por una de las tradicionales y archiconocidas “despedidas a la escuela”, en las que, con tonos lacrimosos, se pretende emocionar al niño –flecha lanzada al porvenir– forzándolo a volver atrás su vista en el instante de la vida en que no le alcanzan los ojos para mirar adelante.

Pero jamás, entiéndase bien, jamás se puede tratar con desconsideración tal, con términos que significan un reproche de inmoralidad, a mi lectura “El amor”.

La frase más audaz de esa lectura dice: “Por amor entre un hombre y una mujer se levantan los hogares y nacen las familias”. Y bien: yo pregunto, señora ministra: ¿cada niño no vive, acaso, en un hogar y en el seno de una familia, levantado aquel y nacida esta, por el amor de un hombre y una mujer, que son sus padres? ¿Los niños no saben acaso, no deben saber acaso, que el amor ha unido a sus padres? ¿Los niños de sexto grado no saben acaso que sus propias vidas son fruto de la unión sexual de sus padres? ¿Y entonces: es preferible que dejemos en sus mentes tan sólo la imagen de la unión carnal y no les digamos que entre sus padres hay un sentimiento purísimo que se llama amor?

¿Acaso todos los niños –y en especial las niñas– de sexto grado de nuestro país no oyen hablar en la calle, en sus juegos, en revistas, en radiotelefonía y en películas, del amor? ¿Y no es bien sabido que tienen una imagen sucia, baja, manchada, referida tan sólo al sexo –y a un sexo también manchado y envilecido– de lo que es el amor? ¿Y no es cierto además que en este problema se hallan solos y abandonados porque la mayoría de los padres no saben encararlo y la escuela lo ignora por incompetencia, comodidad e indiferencia? ¿Y entonces: es posible que no se haya advertido la profunda y enaltecedora misión educativa que cumple mi lectura “El amor”?

Pero: ¿está prohibido hablar del amor al prójimo, del amor a la patria, del amor a la Naturaleza? Porque de ese amor universal hablo yo. Y eso se considera “inoportuno”.

Dice el informe que ese tema debe ser tratado “en la medida y en la oportunidad” en que convenga. He demostrado ya que la oportunidad está bien elegida: los niños de 12 a 14 años son los que necesitan “ese tema”. Pero tienen razón los autores del informe en que “la medida” en que lo trato no es adecuada. Hace falta en esos momentos de la vida del niño una adecuada explicación de los fenómenos anatómicos y fisiológicos de la pubertad, de las funciones sexuales y de los aparatos de reproducción. Y yo, en cambio, me limité a brindar en mi lectura “El amor” una exaltación pura, ideal, lírica, de ese sentimiento que es el amor en todas sus múltiples manifestaciones: el amor del poeta por la belleza, el amor de la madre por sus hijos, del amigo por el amigo, del hombre por su prójimo...

Esto bastaría, señora ministra, para juzgar el criterio con que se redactó el informe sobre mi libro. Estamos en 1957: las nociones elementales del psicoanálisis y de la psicología profunda, de los tratamientos psicoterapéuticos, el concepto de qué es una “represión” y sus consecuencias, los problemas de todo tipo que acarrean a los niños y adolescentes los prejuicios y los errores sobre los temas del sexo... todo eso es ya materia de conocimiento común, propio de cualquier persona de cultura mediana. Se ha difundido en libros, en revistas, en películas, en conferencias, en conversaciones familiares. En la escuela religiosa a la cual concurre una sobrinita mía de ocho años, la Hermana Superiora aconseja a los padres decir la verdad a sus hijos ante todas sus preguntas. Estamos en 1957, y las nociones elementales sobre el tratamiento educativo de la adolescencia tienen 3 ó 4 décadas de vigencia.

Pero en la provincia de Buenos Aires, que en 1875 marcó rumbos a toda la Nación con una Ley de Educación Común que se adelantó medio siglo a su época, y que por largos años fue siempre una provincia que marchó a la cabeza en el plano pedagógico y didáctico, en esa misma provincia, en 1957, se rechaza, con los mismos fundamentos que antes transcribí, la poesía “La Primavera” de Arturo Marasso, pág. 180.

Pero... ¿es posible? ¿”La primavera”, de Arturo Marasso, rechazada porque “ese tema (el del amor sexual y el del amor en general) es inoportuno e inconveniente en un tratamiento así, como de interés común y simultáneo para todos los niños integrantes de un grado escolar...?

Claro, entonces no nos extraña que se rechace “Leyenda de la flor de ceibo”, de Fernán Silva Valdés, pág. 210, porque ya esta poesía, comparada con “La Primavera” de Arturo Marasso, debe haber parecido a los autores del informe una página incitadora de ardorosas pasiones. Esa frase de “los labios de la amada” que “se tiñeron de rojo carmín” de be sonar, seguramente, en sus oídos, como un lujurioso verso propio del paganismo.

Por lo visto, las palabras: novio, ternura, amor, amada... deben ser borradas del léxico de la escuela primaria. Los padres de cada niño viven juntos por algún misterioso azar... o por simple atracción sexual: he ahí lo que el niño puede saber. La época del noviazgo de José de San Martín con su futura esposa, la entonces niña de quince años Remedios de Escalada, debe ser borrada y suprimida de las biografías del héroe para que puedan ser usadas en la escuela.

En síntesis: dentro de la escuela, la mojigatería, la mentira, la falsedad, el ocultamiento, el engaño, el acallar sentimientos y el reprimir inquietudes; fuera de ella ha de buscar el niño o la niña dónde y cómo calmar sus preocupaciones, satisfacer sus preguntas.

¡Alejemos de la escuela las lecturas que ennoblecen el amor! ¡Déjese que el amor sea tan sólo la palabra que se halla en la revista barata o en la novela vulgar o baja!

Tal es el ideal que en adelante, señora ministra, se ha de perseguir en las escuelas primarias bonaerenses, a juzgar por el informe sobre mi libro.

Y antes de terminar, una pregunta: ¿qué es lo que han visto los autores del informe, para rechazar, junto con estas últimas lecturas que he comentado, “La derrota”, de José María de Pereda, (pág. 219)? Porque he buscado y rebuscado en ella, y no pude hallar nada que me lo explicara.

En trance de enfermar mi mente y convertirla ya en un foco proyectivo de problematicidad sexual en cuanta palabra apareciese por ahí, llegué a pensar –perdóneme usted por esta suposición ridícula– que el rechazo surgiera porque dice en un momento Pereda “que gallardearse a lo mejor el becerrillo negro con humos de toro, junto a la apuesta novilla...”, o por esa referencia al viejo buey que tiene “ciertos asomos de galanteo a la vaca de su vecino”.

Pero me pareció tan tonto suponer esto que lo deseché. Y por eso me ha quedado la curiosidad de saber qué es lo que han encontrado de reprochable en esta lectura.

No refuto lo que hace a la lectura “Primera aventura amorosa”, de Gustavo Levene, pág. 56, porque allí ya la ridiculez llega a un punto que no cabe ni el tono de ironía ni el de debate racional ni ningún otro. Sólo puedo decir que a las personas de mi familia o de mi amistad a quienes leí los fundamentos del rechazo y luego esa lectura, concluyeron –todas– en estrepitosas carcajadas.

He terminado, señora ministra. Sólo me resta aclarar una cosa: esta apelación la he redactada sin detenerme a hacer cálculos sobre la mejor manera de obtener éxito con ella. Entiendo que el apasionamiento que late en las líneas precedentes no es un buen aliado para mi causa, y que un tono más frío y racional pudiera –quizás– lograr mejores resultados finales.
Pero no he podido –ni querido– borrar ese apasionamiento y mantenerme en un frío plano racional. Juego en esta apelación un resultado mucho más importante que el fallo definitivo sobre mi libro: juego en ella el resultado de mi ideal pedagógico. Hacer cálculos en esta ocasión, suprimir ese mi apasionamiento, sería hacer una indecorosa transacción entre aquel ideal y el resultado ocasional de un fallo.

Saludo muy atentamente a la señora ministra:


Respuesta a mi apelación


Expediente: 2600-36791/957

Iniciador: Zanotti, Luis J.

Asunto: Consideración del libro “Inquietudes”, del que es autor.

Esta Comisión de Estudios Pedagógicos y de Coordinación Técnica ha considerado la presentación formulada por el señor Luis J. Zanotti autor del libro de lectura para sexto grado “Inquietudes”, el que resultara desaprobado según R. M. 3108/57, del 26/III/57 para el período 1958-1963.

Sobre el particular la Comisión ratifica el dictamen de fojas 3, 4 y 5 precedentes que hiciera propio, por cuanto:

I –El libro contiene una selección de lecturas que si bien están acreditadas por firmas consagradas, su contenido en ciertos casos (ver “La familia Cirimiri” pág. 144; “El escudero Medrano” pág. 186; “Provenza” pág. 216, etcétera) no se adecua a las características y mentalidad del niño de sexto grado, circunstancia que sin duda podría ocasionar serias dificultades con respecto a la comprensión por parte del alumno, del justo sentido y significación de los temas.

II –Si bien es aceptable la introducción del tema del amor según lo desarrollan los autores transcriptos, esta Comisión considera que tal tema irrumpirá en un medio escolar al cual hasta ahora se la ha restado la oportunidad de una adecuada familiarización, que hubiera debido iniciarse en etapas anteriores de su vida de educando.
Comisión de Estudios Pedagógicos y de Coordinación Técnica, noviembre de 1957.


Es copia.

Un parrafito sobre la respuesta a mi apelación

La respuesta a mi apelación significa –a mi juicio– conceder, tácitamente, que yo tengo razón, pero ha faltado valor para confesarlo expresamente. No se refutan ninguna de mis argumentaciones; se citan sólo tres lecturas con un “etcétera” muy poco claro y no se dice por qué el contenido de esas tres lecturas “no se adecua a las características y mentalidad del niño de sexto grado”.

En mi apelación analicé detenidamente cada una de las lecturas cuestionadas para demostrar su valor. No se ha refutado en la respuesta una sola de esas apreciaciones. En mi apelación pedí explicaciones acerca del rechazo de varias lecturas, declaradas inaceptables sin alegar ninguna razón. En la respuesta a la apelación ni se habla acerca de ellas.

El párrafo final de la respuesta es realmente interesante. Ahora se admite que “es aceptable la introducción del tema del amor según lo desarrollan los autores transcriptos” (vale decir que se ha cambiado rotundamente el juicio inicial) pero... “tal tema irrumpirá en un medio escolar al cual hasta ahora se ha restado la oportunidad de una adecuada familiarización, que hubiera debido iniciarse en etapas anteriores de su vida de educando”.

Recuérdese la santa indignación del primer dictamen, por introducir este tema en sexto grado, mientras ahora se afirma que debe introducirse antes. Lo natural, si es así, sería exigir a los autores de los libros para los grados anteriores a sexto que introduzcan el tema. “Porque no se introdujo antes, no se puede introducir en sexto grado”.

Consecuencia: con tal criterio el tema del amor no se podrá introducir nunca...

Creo que las palabras sobran.



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Instituto de Investigaciones Educativas
Junio 1993
Buenos Aires, Argentina